Después de decidir el montar nuestra súper empresa de diseño, uno de los primeros pasos lógicos era hacer una web. Ai amigos, cuanta cuchara de palo en casa del herrero o lo que es lo mismo, lo que llega a costar hacer tu trabajo pero para uno mismo. Ya sudamos tinta para hacer el logo y con la web decidimos no hacerla solas y encargarla a nuestra diseñadora web de confianza que a la vez es una gran amiga.
En este duro proceso (que aun dura) aprendimos 3 cosas muy valiosas: que si no sabes lo que quieres intentas embuchar toooodo lo que te gusta, te gustaba o te gustará alguna vez en un mismo template, que es increíblemente fácil que tu proveedor te mande a la mierda antes del primer ‘me gusta pero no’ y, lo más importante, el valor de la amistad y lo importante que es rodearte de buenos y pacientes profesionales.
El resumen de todo esto es que saldremos victoriosas de nuestro viaje al inframundo del HTML y que vamos a tener una web alucinante. Tan alucinante que será vintage, moderna, surrealista, minimal, con tipografías handmade, toques de los 70 y colores de los Emiratos Árabes. Si, todo junto… ¿por?